PERÚ: CUSCO Y MACHU PICCHU

Sin duda, desde que supe que me venía 6 meses a estudiar a América Latina, estaba deseando que llegara el día de poder ir a Machu Picchu. Siempre había soñado con llegar a la cima y notar esa calma y paz que sentían los Incas que allí un día llegaron.

En Septiembre de este año, un grupo loco de españoles, decidimos ir hacia Perú de la manera más barata posible. Así que esta guía puede serviros para realizar un viaje único de una manera económica.

Decidimos comprar los billetes de avión desde Santiago a Calama para ahorrarnos ese tramo con el bus. Una vez allí, tomamos un transfer hacia la estación de buses, para empezar nuestra loca travesía.

 

El loco trayecto en bus hacia Cusco.

De Calama tomamos el primer bus hacia Iquique, pues no encontramos bus directo hacia Arica, una vez allí, decidimos ir hacia Arica, en dónde tomaos un taxi que nos llevaría para pasar la frontera hasta Tacna, en dónde tuvimos que hacer noche hasta poder conseguir otro bus que nos llevara hasta Juliaca.

De Juliaca a Arequipa, en dónde después de casi dos días incomunicados pudimos decir a nuestros padres que estábamos vivos.

Desde Arequipa nos embarcamos en el que sería, por fin, el último bus hacia Cusco.

Después de más de 48 horas de trayecto llegamos a Cusco sobre las 4 de la madrugada y empezó la odisea de encontrar un hostal. No fue hasta 2 horas después que pudimos soltar las mochilas y poder tumbarnos e más allá de un simple asiento de bus económico. 

Cusco

Sin duda desde que despertamos en esa hermosa ciudad supe que me había enamorado, sus calles, su ambiente, sus telas, sus colores…

Ese día, y después de tomar un desayuno en condiciones, empezamos a buscar el que sería el tour para llegar hasta Machu Picchu, pues ir con el tren Inca era más bien la mitad de todo nuestro presupuesto. Una vez encontramos el tour perfecto según calidad precio, o eso creímos, empezó nuestro turismo por la ciudad. Nos perdimos por sus calles y sus mercados de artesanía, nos perdían los colores, los vendedores y lo barato que era todo, y empezamos a comprar como locos un montón de recuerdos, incluso nos vestimos de cusqueños típicos. La gente de ese lugar, es simplemente increíble.

A la hora de comer decidimos experimentar almorzando en un mercado típico, he de decir que no me fiaba mucho de esa comida pero realmente estaba riquísimo, además bajamos la comida jugando con los niños del lugar, cantando canciones de campamento y jugando al escondite.

Puedo decir, que nos recorrimos cada rincón de la ciudad.

 

Camino a Aguas Calientes

Al fin había llegado mi día soñado, ir a Machu Picchu, pero el camino no sería tan fácil como pensábamos o como nos aseguraron. A las 4 de la mañana nos subimos a lo que venía siendo una camioneta en la cual íbamos 14 personas y un conductor. Nos embarcamos en un viaje de 6 horas en donde nuestras piernas no tenían apenas hueco para estirarse. Resumidamente, nos dio mal de altura, vomitamos, tomamos hojas de coca para mejorarlo y empeoró la situación, el camino se hizo interminable y temíamos por nuestra vida, pues el camino por el cual íbamos era estrecho y si la rueda resbalaba con una piedra nos caíamos a un acantilado de la ostia.

Después de unas 7 horas llegamos a lo que pensábamos que era el destino, pero no. Llegamos a un lugar llamado Hidroeléctrica, y en donde nuestro apreciado guía nos dijo que él se iba con tren pero que en nuestro tour no entraba esa opción, por tanto debíamos ir andando por la selva otras 2 horas, siguiendo los raíles del tren, hasta llegar a Aguas Calientes.

Emprendimos la caminata, y empezamos a notar unos picotazos por todo el cuerpo, y bienvenida la invasión de los mosquitos, tanto que cuando volvimos a Santiago nos tuvimos que tratar. La suerte fue que empezó a llover, al principio de manera graciosa y agradecida, después de manera amazónica y agonizadora, cuando aún nos faltaban tres cuartas partes del camino.

Después de 3 horas de camino y una marcha inolvidable, llegamos al destino real, en dónde descubrimos nuestro maravilloso hostal para esa noche.

Lo describo tal cual lo vi, sin ventanas, sin agua caliente, sin mantas, sin calefacción (recordad que íbamos mojados hasta las entrañas), pero todo era soportable si íbamos a ver una maravilla del mundo.

Machu Picchu

4 a.m, todos enfermos de la barriga, emprendemos la ruta hacia la cumbre del Valle Sagrado, mochilas a hombro empezamos a subir la cuesta con escaleras no más anchos de 2 cm y con una humedad del 400%. El momento en que llegamos arriba escuchando los gritos de la gente que ya había llegado fue increíble. Una vez allí y pasada la puerta sellamos nuestro pasaporte con el sello más esperado de la última semana.

Una vez dentro solo quedaba disfrutar del momento, reflexionar sobre la vida, sobre cómo es posible que la naturaleza nos regale tanta belleza y cómo fue posible que unos simples humanos construyeran lo que es una de las mejores cosas que existen.

Perú, viaje de mochileros, de sustos, de enfermedades, de hambre, de sueño, de lluvias amazónicas, de encuentros con uno mismo y con los amigos, el viaje más pesado y más hermoso, sin duda una de las mejores experiencias de mi vida.